Petrópolis, en el estado de Rio de Janeiro, era el lugar de veraneo de
la familia imperial. A sólo 60 kilómetros al norte de la segunda
capital de Brasil, Petrópolis se eleva 830 metros sobre la Bahia de
Guanabara, a la vera del camino que en 1720 se convirtió en la nueva
ruta entre Rio y Minas Gerais. La fuerte impronta histórica, que otorga
a Petrópolis el mote de Ciudad Imperial, contrasta con un terreno
agreste, virgen en su mayor parte, que admite desde la típica casa
colorida y rústica hasta las más nítidas expresiones del racionalismo,
un legado de Le Corbusier que Brasil manifiesta en sus monumentos y en
su arquitectura doméstica constantemente. La fuerte influencia de Le
Corbusier (y su discípulo Oscar Niemeyer) es más evidente y relevante
en la ladera de un morro, en el claro de un bosque, que en la gran
ciudad. Brasil es una tierra de contrastes y eso al racionalismo le va
muy bien. En Brasil, el racionalismo no sólo sobrevive, es un signo de
identidad. (arkinetia)
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Los espacios internos están orientados hacia la mejor vista, al este.
Aunque el volumen del cubo delimita con claridad el espacio de la
vivienda, existe una fuerte relación interior/exterior.
Los dos niveles de la casa se corresponden en dos frentes opuestos con
dos escalones que alteran la pendiente natural: un área plana para el
estacionamiento y acceso a la casa; dos metros más abajo, en otra
platea, la base, el volumen cúbico de la vivienda. Abrazando al cubo en
dos de sus frentes, un muro en forma de L a modo de segunda piel.